Asesinos a sueldo retratan la maldad
La obra “Óbito”, de Javier Daulte, se estrena el viernes
Neuquén
En una sociedad en la que todo tiene precio, una empresa que se dedique a asesinar por plata no parece cosa de otro planeta. Pero cuando la maldad aflora contra la vida de los otros, demuestra los defectos de la condición humana.
En la obra “Óbito”, el dramaturgo Javier Daulte enreda a los muertos con sus asesinos, y da forma a una comedia policial que entretiene y cuestiona. Con dirección de Gustavo Lioy, hace su estreno en El Arrimadero (Misiones 234) el viernes a las 22.
Por un malentendido
El elenco está compuesto por Mariana Corral Arrastúa, Silvana Feliziani, Ramón Mansilla y Matías Palacio, quienes pondrán en escena lo que sucede en una empresa de asesinos a sueldo. En ella un desajuste en el sistema genera un malentendido que puede terminar con la corporación.
Los actores y el director comenzaron a trabajar en la obra en septiembre del año pasado. Y si bien el estreno se había anunciado para enero, por un inconveniente debieron postergarlo hasta ahora.
Raúl Mansilla, en días de su primer lanzamiento, contó: “Trata de una empresa que lleva 20 años funcionando. Empieza a decaer cuando ocurre un malentendido, y deciden matar a uno de los directivos”.
Se trata de una comedia de enredos, en la que no se sabe quién es la víctima, el asesino, e incluso estos roles van rotando: “Es teatro negro, con la estructura del policial y el ritmo de la comedia. Uno contrata la empresa, paga, y ellos le organizan el crimen perfecto”, explicó Lioy.
Según el elenco, la obra está muy bien escrita y tiene una estructura accesible para todo público: “Pero también tiene una serie de vericuetos que exigen prestar atención y atar cabos a medida que nos divertimos”, sostuvo el director.
Siempre vigente
“Óbito” se estrenó en 1995 en el Teatro Nacional Cervantes, con dirección de Jaime Kogan, en una puesta de teatro leído. En 1997 se hizo en el Teatro de Agadu de Montevideo (Uruguay), pero, según el director, en el país es la primera vez que se pone sobre las tablas a través de la actuación.
Gustavo Lioy contó que es una de las primeras obras de larga duración del dramaturgo, y a pesar de ser tan vieja, mantiene actualidad. Para él: “La maldad como institución es un concepto fuerte. Muestra cómo termina siendo estúpida”.
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